Sampling: cómo hacer del sonido una obra de arte
“El sonido es el vocabulario de la naturaleza”, afirmó el compositor transgresor Pierre Schaeffer (1910-1995), pionero en los experimentos sónicos y en la musique concrète. Quizá el nombre del compositor y del movimiento vanguardista no sean del todo conocidos, pero los alucinantes trabajos de Schaffer junto al Groupe de Recherches Musicales fueron los primeros indicios de una máxima importante en la creación musical: cualquier sonido es una fuente en potencia.
La música es arte y su materia prima es el sonido y este puede provenir de instrumentos musicales convencionales, de fuentes sintéticas o de cualquier cuerpo que emita sonido: desde utensilios de cocina, vehículos, sonidos de la naturaleza, el límite es la imaginación.
Lo que en su momento surgió como una restricción técnica y económica en diversas partes como Jamaica y el dub o en los barrios de Nueva York con el hip hop, el sampling se ha convertido en una técnica de composición a lo largo de varios géneros, desde el rock hasta la música experimental. A pesar de esto, el sampling sigue siendo estigmatizado, pues se le critica de limitar la creatividad cuando esto no podría estar más alejado de la realidad.
Uno de los primeros instrumentos que utilizaron el sampleo de instrumentos acústicos fue el legendario Mellotron en la década de los 60, un teclado que funcionaba por medio de cinta magnética y contenía diversos instrumentos orquestales: flautas, metales y violines son de los sonidos icónicos que cimentaron el estatus del instrumento. Ha sido utilizado desde The Beatles hasta Led Zeppelin por su gran versatilidad y la calidad excepcional sónica para la época: ese sonido de baja resolución, enlatado, natural y artificial al mismo tiempo sigue apareciendo en la música de hoy en día.
En los 80, además del uso increíbles sintetizadores como el Minimoog Model D, Sequential Circuits Prophet V y el Oberheim OB-Xa, salieron al mercado teclados como el Fairlight CMI Series II que no sólo poseían una vasta colección de sonidos, sino también permitían editar por el mismo teclado a través de un monitor con pantalla táctil. Esto resultó en canciones pop poco convencionales y con una calidad tanto sónica como de composición de otro nivel de todo tipo de actos, desde Duran Duran, Pet Shop Boys y Prince hasta Peter Gabriel, Jan Hammer y Kate Bush.
Hablando concretamente del uso de otros sonidos capturados del ambiente, de otros vinilos o incluso de otros medios como discursos, películas y videojuegos, el sampling ha abierto un mundo de posibilidades sónicas gracias a la manipulación de audio ya sea por dispositivos como el gran Akai MPC o por Digital Audio Workstations (DAWs) que ofrecen una caja de herramientas extensas para la edición de audio como Ableton Live, Logic Pro X y ProTools, por mencionar algunos.
Algunos artistas como el clásico dúo Daft Punk retomaron canciones de antaño, les dieron su giro propio y crearon rolitas únicas, las cuáles aún son parte de nuestras playlists, tan sólo Discovery es un homenaje al sampling, a la música funk, disco, R&B y, ¿cómo no?, a la electrónica.
Por supuesto, no podemos hablar del sampleo sin hablar de rap, son casi sinónimos. Ejemplos sobran, cada uno de ellos excelentes en su propio mérito, ya sean líneas melódicas, stabs, una batería potente o una línea de bajo exquisita; el hip hop combina poesía y música para crear algo completamente hermoso e innovador.
En la música pop el sampling, junto el autotune, se han vuelto imprescindibles. No hay ejemplo más claro ni puntual que con Motomami de Rosalía, donde utiliza elementos de jazz, flamenco y reggaetón para crear su estilo único, jugando con la delgada línea entre lo pop y lo experimental.
En una aplicación más extrema, dinámica e innovadora del uso del sampleo se encuentra el vaporwave. ¿Qué es eso? Fue el género de la década pasada aquel que se hizo famoso por el uso de caligrafía japonesa, de lo aesthetic y… por la canción. A pesar de que cayó en obscuridad al poco tiempo y varios melómanos lo descartaron sin tomarlo en serio, hay muchos representantes del género que han llevado las convenciones sónicas a tales extremos que harían sentir orgulloso a Pierre Schaeffer.
El sampling en las manos de aquellos apasionados por la música, el sonido y el arte es una poderosa arma expresiva cuyos potencial es infinito. No se trata sólo de tomar un cacho de una rolita o de un discurso y ya: requiere de una escucha mucho más profunda que lleve a su uso, a su manipulación y la creación de algo totalmente nuevo. El sonido es arte: es música. El sampling no es sino una de sus varias expresiones.
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