Roberto Hernández: Amistad pintada con acuarelas
“Quien no conoce a Beto y Magda no conoce México”, me decía cierto colega periodista veterano sobre esta pareja de mecenas culturales. Beto Hernández Fuentes y su mujer, Magdalena Flores Peñafiel, conocidos como “Beto y Magda” son un longevo matrimonio capitalino que ha logrado conformar una sólida familia no consanguínea. Es así como una vasta cantidad de músicos y artistas han disfrutado de su apoyo y amistad como Nina Galindo, Rafael Catana, Tere Estrada, Gerardo Enciso, Gustavo Monroy, Juan Pablo Villa, Leticia Servín, Felipe Ehrenberg, Armando Vega- Gil y Jaime López (con estos tres últimos formaron en los noventa la revista Biombo Negro) retratados en su colección pictórica El canto de la tribu.
Presentada este octubre en el Multiforo Alicia, El canto de la tribu es un homenaje a la amistad, las tertulias, aventuras, conciertos y momentos de alegría a lo largo del tiempo que la pandemia ha venido a truncar. Y de igual modo, recuerda a personajes que han emigrado al extranjero como León Chávez Teixeiro, o fallecido, como Roberto González y Betsy Pecanins.
Aunque dicha colección en acuarela comenzó entre mayo y junio de 2019, el encierro hizo resurgir su vena creativa hasta culminar con 60 piezas que primero se difundieron en su cuenta de Facebook y luego fueron montadas en una exposición temporal.
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Ingeniero civil de formación y egresado de la UNAM, “los más apolíticos y cercanos a los números”, Beto ha tenido una familia cercana a las artes y al periodismo de parte de su padre Roberto Hernández Hinojosa, quien fuera reportero de La Afición. Comenzó a pintar desde los 19 años nutriéndose de lecturas y música desde su etapa estudiantil. “Estas acuarelas son la continuación del libro del compadre Jorge H. Velasco llamado El canto de la tribu, un estudio sociológico muy bien documentado de su generación. Aquí es tomar parte de eso, que es tan grande que hay que acotarlo. Por eso, las acuarelas son de estas personas que hemos visto en directo desde los años 70, convivido, disfrutado y llevado la amistad con muchos de ellos”.
Entonces tu familia era cercana a las artes…
“Mi papá era periodista de La Afición y por una huelga incitada por su hermano -mi tío Toño que se la creyó y armó- terminaron corridos y cayeron en El Universal. Me influenciaron algunos maestros que medio te ponen a leer cosas y a escuchar a Serrat con un tocadiscos portátil. Leímos a Miguel Hernández por 1968-1970 y oír la poesía cantada fue un descubrimiento muy padre. Otros maestros como Cesáreo Morales -quien luego fue asesor de Colosio- nos puso a leer chorromil cosas como Rayuela de Julio Cortázar, recién salida por ese entonces. Y fueron determinante también cuento y novelas policiacas y Los Infrarrealistas. En la colonia de ‘La Segunda del Periodista’, donde vivimos, nació Magda. Y yo llegué a los seis años con mi hermana periodista Vilma Fuentes. Aquí radicaron el poeta David Huerta y Enrique Mayer, quien es pintor y está ahora en Cuernavaca. Nos reíamos de que es ‘la colonia más culta de la ciudad’ porque vivió también Edmundo Valadés, autor de La muerte tiene permiso, mientras que la ‘Segunda del periodista’ sus calles tienen nombres como ‘Francisco Zarco’, y ‘Jaime Luna’ y seudónimos como ‘Jacobo Dalevuelta’, ‘Nigromante’, ‘Zutano’ o ‘Rascarrabias”.
¿Consideras que tu mujer Magda y tú son como una especie de mecenas culturales o solo cuates de todos esos locos?
“Yo creo que más cuates que otra cosa. Rafael Catana en algún disco puso ‘Mecenas, me comes y me desayunas’ y una dedicatoria chistosa porque no aparecemos como tal sino como un calificativo ‘Catanesco’, pero es mínimo, y con mucho gusto se ha ido dando el apoyo”.
Estar con un grupo de gente implica muchas cosas, que emigren o mueran, por ejemplo. De quienes ya no están, ¿a quiénes más extrañan?
“A Roberto González, cuya muerte es más reciente en este 2021. Con él fue creciendo la amistad al grado que nos invitaba a sus cumpleaños. Betsy Pecanins era entrañable, también nos hicimos cuates, íbamos a su departamento en la Condesa; Juan Carlos Novelo, baterista de muchos grupos y Jorge Alarcón, un primo que tocó en ‘la banda Tequila”.
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