Risografía y autogestión: trincheras generadoras de comunidad
Gestionar en tiempos de coronavirus es un reto. Quienes se dedican a ofrecer arte y educación han puesto sobre la mesa nuevas formas de proponer al público experiencias diversas, en canales poco explorados. En México, los apoyos gubernamentales van en picada y las iniciativas privadas no dan abasto a la gran cantidad de proyectos que velan por la cultura. Esto sin contar los múltiples empleos perdidos a causa de la pandemia; nos enfrentamos a un sector de primera necesidad fuertemente golpeado por las nuevas reglas que ha impuesto el distanciamiento social.
Paralelamente, la autogestión como forma de organización colaborativa horizontal nos recuerda que cada quien, desde su trinchera, tiene la posibilidad de generar nuevos circuitos y formas de relacionarse, para no quedarse estancados en el sinsentido de la actual crisis. Así, una de las comunidades que más se ha hecho presente es la impresora/editorial, demostrando que es posible innovar a través de medios no tradicionales.
El mundo de la risografía ha llamado mi atención en los últimos meses. A grandes rasgos, se trata de un sistema de impresión digital proveniente de Japón, utilizado principalmente en oficinas para generar fotocopias en poco tiempo y a bajo costo. Sus coloridas tintas de base vegetal y másters (plantillas tipo esténcil), brindan una amplia gama de oportunidades tanto al generador de contenido, como al impresor y al consumidor. Dichas posibilidades han llamado la atención al mundo del diseño, editorial y artístico. El tema es vasto en ¿Qué transa con la risografía?, Inés Estrada introduce muy bien los términos y su funcionamiento.
Los puntos de tinta sobrepuestos unos sobre otros en el papel, dispuestos a ser enmarcados como piezas coloridas que transformen algún lugar en la pared, invitan a perderse en ellos, en la expresividad de su medio y sus narrativas. Las imágenes risográficas poseen una estética ácida pero dulce; picosa pero sabrosa. Y es por eso que se ha vuelto del agrado de gran cantidad de jóvenes coleccionistas.
Los espacios dedicados a la impresión, distribución e incluso edición de materiales impresos como libros o fanzines, han encontrado en canales poco convencionales la forma de llegar a nuevos públicos. Por ejemplo, a finales de mayo, la imprenta neoyoquina @luckyrisograph organizó sounds about riso, un evento online donde un montón de artistas, gestores e impresores hablaron sobre su trabajo, generaron colaboraciones vía remota, ilustraron, imprimieron y platicaron con quien quisiera interactuar con ellos. Más allá de algunas fallas de internet, la conectividad generó una comunidad completamente virtual que aprendió y convivió sin salir de casa.
Una característica interesante dentro de la autogestión, es la forma en la que se genera el intercambio de conocimiento. Muchos estudios e imprentas hacen de dominio público sus guías, tutoriales, templates, etc., democratizando una herramienta útil para todo aquel que busque reproducir y comercializar su trabajo. Así, los talleres que solían ser presenciales, también se mudaron al internet, abriendo vías de comunicación y colaboración distintas a las que se acostumbraban.
Haz click en las siguientes imágenes para conocer algunos ejemplos de guías, tutoriales, y material informativo:
Una de las experiencias más enriquecedoras ha sido el taller RISO 101, moderado por Rodrigo Alarcón y con el detrás de cámaras de Lucía Alarcón, fundadores de la Sociedad Anónima de Reproducción Autogestiva, @s.a______r.a. En su primera edición, juntaron a 6 personas donde, además de una asesoría personalizada para la realización de 30 impresiones en duotono, se tuvo la oportunidad de charlar sobre cómo la riso es una forma de reproducir ideas, construir comunidad y democratizar la producción creativa.
Durante el taller, Rodrigo no paró de repetir que aquello que se produjera, era de nosotros para que hiciéramos lo que quisiéramos con él; venderlo, intercambiarlo, regalarlo… El chiste de toda esta experiencia es, no sólo platicar por horas sobre la riso, sino comercializar, de la forma que queramos, aquello que producimos en conjunto.
Esto me lleva a un último punto que tiene que ver con el autocuidado. En tiempos de pandemia, cuidar de uno es cuidar del otro; el no traer cubrebocas, pone en riesgo la salud de los demás. ¿Qué pasa con la comunidad creativa mexicana? ¿Cómo sobrevive el arte de forma horizontal y democrática dentro de la dinámica neoliberal actual? La simbiosis que se genera dentro de la autogestión tiene mucho que enseñar.
Ya bien decía un querido colega, vivimos tiempos excepcionales como generación, como gestores, como creativos y, sobretodo, como humanistas. Y yo que tengo que ver, el nombre de esta columna, empezó desde la trinchera del aprendizaje y el salón de clases; cuando en la carrera se me antojó cuestionarme ciertos momentos que sentía importantes en el estudio de la imagen, de la cultura o de los que algunos llamamos Historia del Arte. Actualmente y habiéndome despedido de la vida universitaria, quiero aprovechar el espacio para generar una comunidad lectora consumidora de arte y preguntar ¿qué tenemos que ver en todo esto?.