¿Podríamos haber descubierto el primer objeto artificial de origen extraterrestre?
A finales del año pasado, la comunidad científica hizo uno de los hallazgos más extraños en la memoria reciente: Oumuamua, el primer objeto espacial del que se tenga conocimiento que provenga más allá de nuestro sistema solar. Desde entonces, se han desatado múltiples teorías en torno a su origen, lo que ha dificultado cada vez más la comprensión de su existencia o comportamiento.
Descubierto por Robert Weryk el 19 de octubre de 2017, Oumuamua llamó la atención de forma instantánea por varias razones: primero, su extraña forma cilíndrica de 230 metros de largo por 40 de ancho. Nada similar se había visto antes en un objeto interestelar. Pero más que sus dimensiones, ha sido su órbita excéntrica y su independencia gravitacional lo que ha sorprendido a los científicos, dejando en claro que se trataba de un objeto que viene más allá del cinturón de Kuiper.
En principio se pensó que se trataba de un cometa, pero su falta de cola hizo creer a la comunidad astronómica que se trataba más bien de un asteroide que había colisionado con otro objeto y que ahora vagaba sin rumbo por el cosmos espacial. Eventualmente, los telescopios lo perdieron de vista y el misterio parecía haber pasado a la historia. Y así fe, hasta hace unos días, cuando miembros del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian aseguraron que en realidad se trata de un objeto de origen artificial.
Y es que el misterio se agudizó aún más cuando se percibió una aceleración muy difícil de explicar en el momento en que Oumuamua comenzó a acercarse al sol. La velocidad del cuerpo interestelar fue tal que el objeto eludió la atracción gravitatoria de la estrella, pasando muy cerca de la Tierra y avanzando una vez más hacia las entrañas del cosmos.
Shmuel Bialy y Abraham Loeb publicaron hace unos días un papel en la revista Astrophysical Journal Letters en la que sugieren que el objeto podría ser vestigio de una vieja nave espacial extraterrestre, una vela solar, o incluso, una sonda no tripulada totalmente funcional que fue enviada a la Tierra con el propósito de recolectar datos de nuestro sistema solar.
Desde la publicación, la comunidad científica está en un amplio debate. Por un lado, quienes sostienen que es ridículo asegurar que se trata de un objeto artificial, por el otro, los que dicen que esa sería, de hecho, la explicación más lógica al asunto y que no se puede descartar que el objeto provenga de una civilización más avanzada.
A estas teorías se suma el hecho de que el objeto espacial aparentemente proviene de la constelación Lyra, muy posiblemente desde la estrella Vega, a sólo 25 años luz de la Tierra, convirtiéndolo en uno de los sistemas solares más cercanos a nuestro planeta.
Loeb respondió con mucha claridad a una de las preguntas de la BBC: "Yo sigo la máxima de Sherlock Holmes: cuando eliminas toda solución lógica a un problema, lo ilógico, aunque imposible, es invariablemente lo cierto". Y es que tomando en cuenta todas las especulaciones que hay alrededor del objeto, resulta asombroso descubrir que la hipótesis de su creación artificial es la que más sentido tiene.
Alan Jackson, astrónomo de la universidad de Toronto, sugiere en cambio que “Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias y el documento de Loeb y Bialy carece de pruebas extraordinarias”. Jackson también asegura que si se tratara de una vela solar, el objeto tendría distintas dimensiones y que su aceleración repentina tiene que ver con una liberación de gases y la radiación recibida por la cercanía al sol.
¿Es Oumuamua una sonda funcional, el vestigio de una antigua civilización extraterrestre, o simplemente un fenómeno espacial que no habíamos descubierto antes? Las preguntas abundan y parece que mientras más se observa al objeto, más difícil es de explicar.
Si tomamos en cuenta que otros cuerpos de nuestro sistema solar como Marte, Europa y Encelado, cuentan con agua líquida, y que el telescopio Kepler ha descubierto en las inmediaciones de nuestra galaxia, sólo en los últimos años, más de doscientos exoplanetas capaces de albergar vida, las hipótesis comienzan a sonar cada vez más plausibles.
¿Será Oumuamua entonces nuestra primera prueba de la existencia de vida inteligente en nuestra galaxia o simplemente un fenómeno más de este Universo que mientras más intentamos comprender, menos lo logramos?