Parachutes: La noche llena de estrellas que Coldplay convirtió en su debut
Tras terminar exámenes finales en la Universidad de Londres y sin que nada detuviera su sueño tenaz, cinco jóvenes con solo dos canciones escritas, lograron sorprender a un productor de Parlophone Records. Estaban listos para debutar. Bajo el cobijo y con la condición de entregar cinco discos con esa disquera, Coldplay se volvió un referente importante del siglo XX, y aún en el siglo XXI.
Primero Chris Martin —frontman— Guy Berryman, Will Champion, Phil Harvey y Jon Buckland se dieron a la tarea de escribir diez temas que pasaron a la historia como el mejor debut de una banda en Reino Unido con Parachutes, el set que nos convoca a esta revisión a partir de sus 20 años de su lanzamiento.
En los años 90, Gran Bretaña pasaba por un momento de trance. El control de algunos de los territorios de Hong Kong por fin formaban parte del gobierno de la República Popular de China, tras 99 años de presencia del regimiento de tropas británicas. Pero no todo era político. A la par, la música tenía un auge de rock nostálgico.
Bandas como Radiohead dominan el imaginario colectivo con The Bends (Parlophone Records, 1995) y se sentían cómodas, por desbordar sus sentimientos y redirigirlos a esquemas que les ayudarán a superar esa paranoia.
En tanto, en la Universidad de Londres, Chris Martin y Jonny Bluckland cruzaban caminos en un curso de inducción. Pasados los años, conocieron a Guy Berryan, Will Champion y Phil Harvey, para con ello emprender la aventura de formar una banda de rock que expresara perfecto sus sentimientos y tal vez --solo tal vez-- el de millones más.
No fue nada fácil llegar al punto de cocción, para que el proyecto que Martin tenía en la cabeza sonara como realmente lo había imaginado. Tras mucho reinventar e intentar el proyecto estaba listo: Coldplay llegaba para darle al mundo música capaz de cobijarte sin caer en la exageración.
El 10 de Julio del 2000, Coldplay le entregó al mundo su primer disco de estudio: Parachutes (Parlophone Records, 2000), bajo la producción de Ken Nelson y la misma banda. Mostraron un auge total en sus letras, sonidos eclécticos que reflejaban la atmósfera de una nostalgia, que ahora se empapaba de pop y combinaciones de rock. Un material irónico y conmovedor.
El primer track del disco, “Don’t Panic” ―originalmente se llamaría “Panic”― en su primera versión tiene una introducción muy distorsionada; un piano y letra diferente a la que se conoce en el track final. Cuenta la historia de Allice Hill, una chica con la que Chris estuvo entusiasmado y una noche fatídica, simplemente no logró estar con ella, más allá de una amistad.
Un rasgueo de guitarra constante que da pie a la voz de Martin, la cual desde el primer instante es capaz de envolvernos en una historia, que se vuelve parte de nosotros. Originalmente este track sería uno con los que promocionaron al disco, pero tras el éxito que se logró con las tres primeras producciones, se descartó por completo.
La crítica positiva entre el mundo de la música y del entretenimiento logró que Coca-Cola ofreciera un contrato de alrededor de seis millones de euros, para utilizar la melodía en un comercial. La banda rechazó por completo el trato, ya que pensaron que el sentimiento de esta canción era parte de los escuchas y no de una marca.
Le sigue “Shiver”, rola que sirvió como promocional del disco y alcanzó la cima más alta en las listas de popularidad. La sensación de piel chinita que propuso esta canción fue tal que sonaba en repetidas ocasiones en MTV Music Television. Es perfecta y tiene un ligero toque al estilo Jeff Buckley, pues la banda es muy fan de su trabajo y es evidente empaparte y quedarte con el estilo de tu ídolo, para mejorarlo y entregar algo por demás iconico.
“Shiver”, compuesta por Martin para una de sus novias ―nunca se ha revelado la identidad de la musa―, pero el abrigo de la crítica fue tal que se aseguró que estaba dedicada a Natalie Imbruglia. Hoy, eso sigue siendo un misterio. Se escribió dos años antes de su lanzamiento, en un día sombrío donde los pensamientos le aseguraban que nunca encontraría a una mujer adecuada para él.
Con un video promocional increible, se ve a la banda interpretando la canción en un estudio de grabación, además contiene un ligero guiño a la portada del disco: un globo terráqueo que está encima de un amplificador, del cual hablaremos más adelante.
Llega el turno de “Spies”, tercer track del disco, que nos dice cómo es vivir con alguien que pasó por los momentos de una guerra y la lucha. El sonido que desborda es más tenue, con pequeños toques de ambient, para después tomar la fuerza que se desliza entre la batería y las guitarras, sin dejar atrás la dulce y tenue voz de Martin.
Además de ser una melodía que habla sobre la supervivencia, se dice que Coldplay son grandes fanáticos de las cintas de James Bond, el agente 007, razón por la cual este tema lleva el nombre “Espías”.
“Sparks”, otra de las joyas del disco. La canción más relajada y tal vez la más triste del set. Un tema que es una base de guitarras acústicas tranquilas, acompañadas de la suave voz de Martin, que en el estribillo alarga las notas agudas. En esta canción Chris se pregunta: “¿Acaso te alejé?”, puede ser algo romántica, pero esa pregunta rodea la canción. Te lleva a pensar que haces mal, para que simplemente aquella persona se aleje sin explicación alguna. Y la respuesta a esta cuestión, simplemente se resume a una palabra: “Destellos” Algo que probablemente pasa cuando llegas a ese punto de desamor.
“Shiver”, “Spies” y “Sparks”, algo que llama la atención en este disco es el uso de la letra “s” en sus títulos, aunque no existe nada que sustente porque están juntas o porque tengan esa particularidad en común, tal vez solo sea cuestión de paranoia, pero si nos ponemos a pensar más allá del universo que envuelve a cada una de ellas, podemos deducir que esto sea la etapa de un romance, en primera estancia una sensación de temblar por esa persona especial, seguido de tu lado espia para saber cómo agradarle y finalmente todo termina en un destello que le pone fin a la historia.
El quinto corte del álbum es “Yellow”, uno de los primeros tracks promocionales del disco y es evidente el porqué: la canción más famosa de Coldplay.
Se sabe que tras terminar las grabaciones de “Shiver”, la banda tomó un respiro y el productor Ken Nelson les sugirió mirasen al cielo que iluminaba la ciudad, ante el poderío de las estrellas aquella noche. Martin sabía que tenía que hacer algo con lo que sus ojos presenciaron en ese instante, así que sin pensarlo tomó el tintero y comenzó a escribir la canción.
En primera estacia no fue fácil encontar las palabras adecuadas para el tema, pero Martin simplemente volvió y en el estudio encontró una guía de telefono color amarillo, lo que le evocó que si observas las estrellas su color amarillo estara presente. El significado de “Yellow” es simple y entendible. La melodía es la más alegre y esperanzadora de todo álbum, el paracaídas poético perfecto para expresar amor.
Otro emblema del disco es “Trouble”, escrita luego de que hubieran roces en la banda. Es un desahogo a todo lo que Martin había hecho mal durante la grabación del disco y la misma formación de Coldplay, que conjunta el talento de Chris no solo para cantar y componer, sino también su habilidad en el piano.
Debido a lo que repudió Martin de su comportamiento fue acreditar a todos los miembros de la banda como compositores de esta canción, para con ello dejarse claro que el talento de una banda no depende de un personaje, sino de todos los que conforman el proyecto. Quizás esta canción no solo sea un desahogo de Martin, sino también un mensaje a lo que estés haciendo mal con esas personas que amas.
El track número siete “Parachutes” es el track número siete que da nombre al álbum debut de Coldplay. Es simple y breve. Acústica y que sirve de interludio a la siguiente canción. Una metáfora que te pone a salvo cuando te encuentras en peligro.
Conecta a la perfección con “High Speed”, melodía que desborda guitarras acústicas y eléctricas. La canción más elevada del disco. Su variación en la paleta sonora posee un ligero guiño al shoegaze. Es curioso saber que las letras describen perfecto la vida de hoy en día, como todo está envuelto en un burbuja que no nos deja ver más allá y después, sin darte cuenta, viajas a alta velocidad sin explicación alguna.
“We Never Change”, la novena y penúltima canción es una oda a la melancolía. Al lado triste y oscuro de la vida. Invita a reflexionar sobre lo que hacemos día a día y que si cambiamos algunos aspectos para mejorar como personas, pero Coldplay tiene toda la razón del mundo: NUNCA CAMBIAMOS, Y nos lleva a aquel dicho que dice: “Árbol que nace torcido, jamás su rama endereza”.
Finalmente se cierra el ciclo melancólico con “Everything's Not Lost”, un mensaje esperanzador que nos dice que a pesar de todo lo malo que pueda pasar en la vida, siempre existe un factor sorpresa que cambiará el hecho actual por el cual pasamos. Es una palmada a la espalda, porque si, no sirve deprimirse y tirarse en la cama comiendo helado 24/7, hay un mar de posibilidades afuera y depende de ti saber aprovecharlas y vivirlas.
Además de las piezas musicales icónicas de esta obra maestra. Parachutes nos presenta una portada interesante. Un globo terraqueo de colores amarilos y najanjas, sobre un fondo negro. Es un recorrido por el mundo sentimental de una persona. Martin supo al instante de ver ese globo en uno de los amplificadores cuando grababan “Shiver”, que esa debía ser la portada de su disco. Una que fuera fácil de recordar, y vaya que sigue en la memoria colectiva de todos aquellos fans y no fans de Coldplay.
Así fue como este álbum, una de las joyas maestras de Coldplay, sonaba y se sentía. Material que representa la necedad de unos universitarios para debutar de una manera inolvidable. Canciones potentes por doquier y acordes que alcanzaron las más finas melodías que hoy siguen sonando, como si este álbum nos contara algo nuevo con cada reproducción.
Esto es Parachutes, sublime material de cinco sujetos que decidieron entrar al estudio de grabación para compartir sus sentimientos, su forma de ser. Personas que solo miraban al cielo y gritaban: ¡NO TODO ESTÁ PERDIDO!.