Nubes de Policías y ladrones: Una existencia que transita ante nuestros ojos
Generalmente los cambios producen miedo; la incertidumbre conlleva a la ansiedad; salir de cualquier zona de confort resulta tortuoso, claro, en el mejor de los casos. No obstante, para la agrupación tijuanense Policías y ladrones (Tijuana, B.C.) la senda parece ser clara: experimentar, cambiar de ruta y navegar por territorios sonoros diferentes.
Después de sorprender con Flores (2016) –su primer larga duración que desprendía aromas de juventud garagera, irreverencia y desparpajo popero, lanzada de forma independiente– regresan después de una pausa de cinco años, en medio de una pandemia que está cambiando radicalmente a nuestra civilización, con un nuevo vástago bajo el brazo, se trata de Nubes (2021, Arts & Craft México).
La frontera norteña es un caldo de cultivo, un crisol de aromas, sabores, colores y sonidos que enriquecen de sobremanera sus expresiones culturales. Como buenos hijos transculturales, los Policías y ladrones comparten influencias tanto en el norte como al sur del río Bravo. Pixies, Sonic Youth, Vaya Futuro, El Otro Yo, O Tortuga, Dinosaurios Surf Club o Los Blenders, son sólo algunas agrupaciones que forman parte de su imaginario musical.
Flores se caracterizó por amalgamar el frenesí salvaje del garage con la melosidad popera. Un disco sencillo, podríamos decir que sin la mayor pretensión por parte de un cuarteto de chicos que se divierten en medio de su proceso creativo. Por otro lado, Nubes explora una faceta más ensoñadora, meditabunda y contemplativa, quizá los efectos colaterales del encierro obligado por la COVID-19. Sin lugar a dudas, vivimos tiempos extraños.
Alonzo Ackerman (guitarra y voz), Luis Munguía (batería), Andrés Corella (guitarra y teclados) e Iván Félix (bajo), los Policías y ladrones nos regalaron pizcas, a lo largo de 2020 y en lo que va de 2021, de lo que, finalmente, conformó su segundo LP.
Una de las mayores pistas de lo que a la postre resultó en Nubes, se dio con el corte “Cerro Colorado”, de su primera producción; en palabras de Alonzo Ackerman:
“La letra habla en términos generales de la fascinación humana por las alturas o los paisajes. En parte basado en experiencias propias, me vino a la mente la imagen de una persona huyendo a un cerro para observar la ciudad como un método para confrontar lo que ese lugar le provoca”.
Las nubes son testigos silenciosos de nuestro devenir, de nuestros ires y venires, de nuestra felicidad y desasosiego. Espectadores mudos de nuestra existencia. Desde las alturas contemplan un mundo luminoso y a la vez con muchos claroscuros. Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos volcamos nuestras miradas hacia el firmamento; mirar el cielo, así como el mar, nos hace conscientes de nuestra pequeñez y lo ínfimo de nuestros problemas.
Son 12 los cortes que conforman Nubes, una docena de postales de nostalgia luminosa, de sonidos taciturnos y ensoñadores. Influenciados por sonidos lo-fi, dream pop, bedroom-pop y su ya característico shoegaze. Policías y ladrones encontraron un punto medio entre la desfachatez de su primer material y la madurez preciosista del reciente plato.
La evolución musical es palpable, los años dotan de nuevos gustos y sensibilidades. En este LP se hace evidente el crecimiento y el paso inexorable del tiempo. La velocidad machacante y los riffs vertiginosos se transmutan en atmósferas apacibles y en acordes emotivos.
“Y si me voy de aquí [...] Yo ya no creo en nadie ni nada”.
La odisea sonora comienza con “:)” composición que hace alusión al movimiento, que pone de manifiesto la premisa de la movilidad como acto de libertad. La idea del viaje no se reduce al destino, sino a todo lo vivido durante el periplo, ahí radica la riqueza de la aventura. Musicalmente se abre la pauta al leitmotiv que recorrerá toda la obra: compases meditabundos, guitarras suaves y melódicas que acompañan el reverb en la voz de Ackerman. El trabajo en estudio se nota muchísimo más elaborado, los arreglos son minuciosos, en resumen: un golpe contundente al timón que dirige la carrera de este cuarteto de jóvenes fronterizos.
“Todo cambia de lugar. No todo tiene razón…”
“Sin sentido” es un juego de contrarios, donde la luminosidad sonora se funde con la lírica melancólica. La instrumentalización se encuentra amalgamada de manera eficiente, no se siente ningún elemento fuera de lugar, todos los componentes trabajan para un mismo fin. Nuevamente, el movimiento se afianza como mantra, la mutabilidad de las cosas, personas y sentimientos es una constante de valor positivo. En medio de la incertidumbre y del caos, el ser humano traza su camino, avanza, vive, aprende y, en el mejor de los casos, cambia.
“Los tiempos van cambiando porque si… [...] Las cosas van cambiando sin razón”.
“Piscis”, uno de los primeros cuatro sencillos lanzados, hace gala y derroche de elementos melifluos en medio de una temática sobre revisitar el pasado y tener la consciencia de saber que se pudieron hacer mucho mejor las cosas. Atrapados en medio del tiempo, somos un suspiro a merced de la indeterminación y el caos, sólo nos queda mirar atrás y lanzar un somero, e insuficiente, “hubiera”.
“Quédate acá quiero sentir el filo…”
“Brillo” es otra píldora que interpela a sus escuchas en medio de islas sonoras de dream pop, ensoñación pura aderezada con situaciones cotidianas como el amor, el desamor o, simple y llanamente, la falta de calor humano ocasionado por el encierro físico o emocional. Algunas personas, emociones y sentimientos son como el sol: a pesar de su ausencia basta con recordarles para sentir su calor.
“Té de jengibre” es uno de los dos interludios meramente instrumentales que contiene la novel producción. Un remanso en medio de la andanada de sentimientos que enarbolan sus antecesoras.
“Ya vendrán canciones mejores…”
“Canciones mejores” ¿acaso no todos aspiramos a ser mejores? Puede que sí, puede que no. Sin embargo, lejos de las rutinas y la cotidianeidad, el cambio se erige como una opción más, o quizá una salvación. Pinceladas de melancolía shoeguezera, tersura vocal que se empalma con una instrumentación hipnótica que a momentos estalla llena de vitalidad y frescura.
“Nada que decir, nada que pensar…”
“Depresión” nos sumerge en un estado de postración muy ad hoc en tiempos de pandemia. Sonidos que emanan de las vivencias directas de la banda. Alonzo, letrista principal de la agrupación, gusta de plasmar sus sentimientos y pensamientos en las letras, convertirlos en postales que transmiten sus emociones a los escuchas. Dicen que cada cabeza es un mundo, y es cierto, es tal la cantidad de estímulos que, irremediablemente, inunda y agobia nuestra mente. Tema que navega entre lo acústico y lo experimental, más los sutiles arreglos en la voz.
“Quiero ver las nubes todo el día…”
“Nubes”, track homónimo de la producción y uno de los más introspectivos de todo el álbum, es el encargado de continuar por la travesía ensoñadora y etérea. En una escena de la película Boyhood de Richard Linklater (2014, IFC FIlms) el protagonista se encuentra retozando en medio del campo, la vista extraviada en las nubes, pensando en todo y a la vez en nada. Muchos fuimos ese niño, imaginando formas en los rebaños que pastorean a sus anchas en el firmamento. Policías y ladrones dilatan el tiempo con esta melodía, invitan a contemplar e ignorar el reloj y echarnos simplemente a existir. Una de las mejores pistas de todo el plato.
“Todas las cosas que vi en tu mirada bien dilatada…”
Para viajar no es necesario el desplazamiento físico, para recorrer el mundo basta la imaginación, estar en nuestro lugar ideal, pasar tiempo con la persona de nuestra elección, tal vez fumarse un churro o darse unos besos. Todos somos viajeros en mayor o menor medida. Sujetos a los estragos del tiempo y la memoria, la mayoría llevamos la impronta indeleble de algún sitio o de cierto individuo. “Mi spot favorito”, esta joyita invita a recordar, a volver a pasar por el corazón, aquellos lugares, colores, sabores y texturas que definieron algún momento importante de nuestra vida. Ensoñación sonora que comparte montura con la añoranza.
“Patio” es el segundo interludio meramente instrumental. Estructura sonora que fácilmente podría formar parte del soundtrack de vida de cualquier ser con mínimo de sensibilidad. Ideal para musicalizar un recuerdo feliz o para darle voz a la nostalgia de lo que ya fue.
“Si pudiera reír y luego callar. Para no arrepentirme tanto…”
“Pavimento” se encuentra en la antesala del final de la producción. La vida es una sucesión de pérdidas, pero también es una constante de aprendizaje y caminos entrecruzados. A la vida se viene a reír y a llorar, la madurez creativa de la agrupación tijuanense se siente en cada nota y acorde, el camino se vislumbra largo, la meta posiblemente sea clara, pero lo verdaderamente importante es la brecha caminada, son las risas y, también, lo que se calló.
“Quiero estar mejor…”
El periplo finaliza con la exquisita “Dominas” una síntesis y revisitación de lo navegado. La cartografía musical mostrada en Nubes es clara: introspección, sentimientos a flor de piel, texturas que se pasean y regodean entre lo melancólico y lo iridiscente. La eterna dicotomía que llevamos dentro de nosotros, luz y oscuridad, en perfecta armonía. Matices etéreos, panoramas llenos de ensoñación y preciosismo sonoro que se cohesionan para formar un plato multicolor.
La primera escucha puede resultar complicada, incluso un poco soporífera, puesto que los escuchas fieles a la banda no se encontrarán acostumbrados al nuevo derrotero musical que tomó su carrera. Sin embargo, tras varias escuchas se alcanza a vislumbrar el trabajo, la valentía y el talento, pocas son las bandas en la escena mexa que se salen de su zona de confort para explorar nuevas posibilidades.
Policías y ladrones tuvieron la valentía de caminar por brechas inhóspitas, salieron de los páramos conocidos y se aventuraron a una cruzada que está lejos de concluir. Finalmente, poco importa el destino o la meta, esperemos que el camino sea largo, lleno de prodigios, experiencia y aventuras. Que encuentren en el futuro su Ítaca, ya viejos y llenos de experiencia. Las nubes, seguramente, los estarán mirando.