Se despide Pepe de la Colina, el “narrador andante”
Recuerdo ver entrar a Pepe de la Colina a la sección de Cultura de esa redacción aún ubicada en la Tabacalera, arrastrando un pesar que podía advertirse a distancia. Contrastaba con su sonrisa contagiosa y sus relatos seductores. Eran los años en que varios reporteros y editores de Milenio Semanal y Milenio Diario tuvimos la fortuna de la convivencia cotidiana con un hombre que no sólo se construyó como un escritor entrañable, sino también, y sobre todo, como persona. Ahí escribía su columna “Inmortales del momento”.
La razón de su pesar aquella ocasión que ahora recuerdo sin tiempo determinado, evidente en en esos ojos expresivos, era la muerte de “Polvorilla”, su gata inmortal, su compañera de vida a lo largo de 20 años, la misma que él contaba acostumbraba mordisquearle los tobillos cuando él leía en voz alta y ella no reconocía su voz… Cómo no estar triste, cuando se ha ido quien mordisquea tus tobillos para que vuelvas a ser tú con ese alguien. Solo tú… De la tristeza de Pepe surgió un texto maravilloso que ahora me gustaría tener a mano. Sentir llevado a la literatura.
Recuerdo a José de la Colina, a quien todos le llamaban Pepe, comunmente enfundado en su infaltable boina y lentes redondos, siempre atento a las preguntas —propias y ajenas—, siempre dispuesto, paciente e incluso amoroso, frente a las consultas de quienes fundamos ese semanario y ese diario. Gran, gran conversador, no sólo sobre literatura, autores y/o libros. También (mucho) de gatos, cine y sobre lo importante, la vida.
Muchos aprendimos de él, del escritor, periodista, ensayista, traductor y crítico literario, y de toda su experiencia. Su nombre nos lleva a otros grandes: Luis Buñuel (su amigo), Fernando Benitez (para muchos, indiscutible “padre” del periodismo cultural de una época), Fernando del Paso (su “compañero del alma”), el Nobel de Literatura Octavio Paz... Y muchos más que construyeron páginas memorables de la historia cultural del país.
Nacido en Santander, España, en marzo de 1943, De la Colina llegó a México a inicios de los años 40, tras el término de la Guerra Civil. Es autor de libros como Cuentos para vencer a la muerte y fue galardonado con el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2013 por De libertades fantasmas o de la literatura como juego.
Formó parte de las redacciones de revistas como Nuevo Cine, Plural, Revista Mexicana de Literatura y Vuelta. Dirigió por dos décadas el Semanario Cultural de Novedades y fue Colaborador en Contrechamp y Positif, Ideas de México, La Cultura en México, La Nouvelle Revue Francaise, La Palabra y El Hombre, Le Chanteau du Verre, Letras Libres, México en la Cultura, Milenio Diario, Revista Universidad de México, entre otras publicaciones.
Ingresó al Sistema Nacional de Creadores en 1994 y fue designado Premio Nacional de Periodismo Cultural 1984 por El Semanario Cultural de Novedades. También fue Premio Mazatlán de Literatura 2002 por Libertades imaginarias. En 2005 recibió un Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, dentro del marco de la FIL de Guadalajara. Y se le entregó la Medalla de Bellas Artes 2009.
Gracias por el legado querido Pepe de la Colina, “narrador andante”, como solía llamarte el escritor Jorge F. Hernández. “Polvorilla” te espera para que le leas en voz alta y te vuelva a mordisquear los tobillos, más que por una duda, por el cariño acumulado y sus propias lecturas felinas, que derramará sobre ti.