Merrie Land: una carta íntima a Inglaterra
En 2007 apareció un lanzamiento discográfico con el título The Good, The Bad & The Queen, acreditado a cuatro veteranos músicos: Damon Albarn, voz; Paul Simonon, bajo; Simon Tong, guitarra y Tony Allen, batería; cada uno con previos créditos en Blur, The Clash, The Verve y Fela Kuti, respectivamente. A pesar de haber declarado que se trataba de una banda sin nombre, la gente comenzó a llamarlos por el mismo nombre del álbum (The Good, The Bad & The Queen), hasta que, en octubre de 2018 —once años después—, la banda declaró que había adoptado ese como su nombre oficial, a la par que anunciaban su segunda producción: Merrie Land.
Al igual que en su álbum debut, Merrie Land contiene un rock ligero, con melodías suaves y ciertos acentos de folk acústico; transmite un sentimiento nostálgico, con vistazos a paisajes ingleses, al estilo de vida soñado… o incluso a los conflictos bélicos. Al integrar estos elementos dentro de un mismo discurso, esa aparente "tranquilidad" se torna inquietante, y los coloridos paisajes se tiñen inevitablemente de gris. Para este fin, hay que reconocer que la voz de Albarn tiene el don de saber dar los tonos adecuados; así, una vez que el escucha logra sensibilizarse con la intención que el cantante desea transmitir, las canciones adquieren una nueva personalidad.
Un ejemplo de lo anterior puede sentirse en la titular "Merrie Land", que habla sobre una separación. Si ponemos atención, dentro de melodía de la canción se siente un dejo de dolor, que poco a poco, con cada vuelta, se va intensificando. Ahora, en esta analogía ¿de quién se está separando? ¿De una pareja romántica? ¿O de la idea de una "tierra feliz"?
De acuerdo a Damon Albarn, mientras que el primer álbum giraba en torno a la psique de la ciudad de Londres, Merrie Land es "un estudio sobre la identidad inglesa en tiempos turbulentos". La composición, de hecho, fue inspirada por el Brexit, si bien las letras están libres de declaraciones políticas.
Gracias al peso de los nombres de los integrantes, pueden permitirse trabajar la música con calma y claridad, sin la presión de un sencillo comercial; aun así, el álbum debut alcanzó la posición número 49 en la lista de Billboard. Sin embargo, en este tipo de agrupaciones, no importa quién es el músico más experimentado o el más virtuoso, sino el más popular. En ese terreno el señor Albarn ha gozado de una saludable vida post Blur, montado sobre los hombros de sus Gorillaz. De este modo, The Good, The Bad & The Queen es un nuevo vehículo a través del cual proyecta su discurso y sus intereses personales, de manera similar al papel protagónico de Dave Grohl con Them Crooked Vultures, o de Jack White con The Raconteurs —ambos súper grupos recientes.
El álbum debut The Good, The Bad & The Queen fue producido por Danger Mouse; para Merry Land, esta función estuvo a cargo de Tony Visconti. Ambos maestros pertenecen a la élite de su profesión, y sus característicos sellos son notorios en en la mezcla final: la producción del primero es muy fresca, y hace resaltar los tonos nostálgicos del contenido, mientras que la de Visconti es más íntima. Pero a grandes rasgos, ambos productores permitieron que las cosas sucedieran, en cuanto a la armonía y el ánimo del cuarteto. En el aspecto visual, las portadas siguen sin mostrar un nombre de la banda, pero mantienen un estilo visual y tipográfico.
Merrie Land promete y cumple. Quien gustó de The Good, The Bad & The Queen, no saldrá decepcionado. La magia está en dejarse llevar, y cuando menos ponemos atención, comienzan a llamarnos la atención sus sutilezas.
(Este producto no es apto para fans de los peludos virtuales.)