'Maniac': conexión y soledad
La conexión humana y la soledad son dos de los grandes ejes sobre los cuales gira Maniac, la nueva miniserie de Netflix, dirigida por Cary Joji Fukunaga. Emma Stone y Jonah Hill protagonizan los diez episodios como Annie Landsberg, una mujer adicta tratando de superar la relación conflictiva que tuvo con su hermana y Owen Milgrim, un hombre esquizofrénico, rechazado por su familia adinerada, respectivamente. Por diferentes razones, ambos participan en la prueba de nuevos medicamentos que prometen erradicar el sufrimiento humano. De contextos distintos, los dos desconocidos tienen algo en común: su soledad.
El experimento, a cargo del doctor James Mantelray (Justin Theroux) y la doctora Fujita (Sonoya Mizuno), consiste en encontrar, enfrentar y superar el trauma, con ayuda de una súper computadora de personalidad volátil. Los participantes en la prueba son insertados en distintas realidades y universos, donde se enfrentan a su sufrimiento de maneras peculiares. Por una falla en el sistema, Annie y Owen se encuentran en cada uno de las distintos simulaciones. Es entonces que entre sus peores choques emocionales, encuentran la conexión humana que ambos necesitan.
Entre los diferentes escenarios a los que se enfrentan, se encuentran una comedia ambientada en los ochenta, un drama de espías y una fantasía al estilo de El señor de los anillos. Por eso la miniserie es tan difícil de definir; lo cual la hace incluso más cautivadora.
La convergencia de historias tan distintas dentro de la misma miniserie posiciona Maniac como uno de los originales de Netflix más ambiciosos. Al ser una mezcla entre ciencia ficción, comedia y drama, se abren múltiples posibilidades para el tono de la serie, así como para el elenco. Stone y Hill dan actuaciones espectaculares. Frágiles y crudos, otorgan un mayor sentido de conexión y química entre sus personajes. Utilizan la empatía para agregar enorme profundidad a cada escena en la que están inmersos; en especial Emma Stone, quien da una de las actuaciones más sinceras de su carrera.
El reciente auge de las miniseries presenta posibilidades interesantes para historias que son demasiado extensas para el cine. La delimitación de universos complejos en pocos episodios es, sin duda, una tarea compleja. Sin embargo, en Maniac no quedan cabos sueltos ni mayores posibilidades de continuar con la historia. De hecho, Fukunaga ha dicho que en caso de que Netflix pidiera una segunda temporada, él no formaría parte de esta como director: “A mí me gusta hacer una (temporada) y seguir adelante con algo más”. El director estadounidense está por dirigir la vigésima quinta entrega de James Bond.
El diseño de producción es también impecable. La mezcla entre la estética futurista y los elementos retro recuerda en ocasiones a películas como Blade Runner. Las tonalidades y encuadres simétricos, asemejan a obras de Wes Anderson. Definitivamente cuenta con una identidad visual muy particular, con una considerable cantidad de detalles ocultos a simple vista. Varios críticos han señalado estos elementos como lo que puede cimentar a Maniac como un clásico de culto.
Dentro de todo lo absurdo y paródico, el elemento que siempre está presente es la magnética relación entre Annie y Owen. El vacío que ambos sienten es también una fuerza silenciosa que mueve la narrativa. No hay un momento en que los personajes puedan olvidar por completo sus traumas y malas vivencias. Quizás, de cierta forma, no pueda existir conexión sin soledad. Es precisamente esta mezcla, lo que hace a Maniac una miniserie tan inteligente y humana.
Todos los episodios ya están disponibles en Netflix.