Los artistas post mortem… ¿qué sigue?
La muerte va más allá de lo placentero o indeseable. Nadie escapa de ella, ni siquiera nuestros héroes, esos que escuchábamos en walkman, discman o iPod y que continúan con nosotros a través del streaming. Esas mismas figuras que, al tener la noticia de su partida, se nos rompe el alma. Si la vida es un juego, la muerte es el game over. Sin embargo, hay algo que distingue a las leyendas de los mortales: su posibilidad de continuar más vivos que nunca a través de los fans.
No es cosa nueva que, cuando un artista fallece, no sólo toma el estatus de leyenda, sino que también se potencian las ventas de sus discos, sus canciones regresan a las listas de popularidad, se vuelven tendencia en redes sociales, los precios de su mercancía (oficial o no) se disparan... Todo lo que gira en torno a ellos incrementa su valor en todos sentidos.
Aunque el músico ya no esté, la industria creada con su nombre continúa. Incluso, comienza a aparecer material inédito, álbumes conmemorativos y homenajes. Un claro ejemplo es la relevancia que sigue teniendo David Bowie: sus cuentas en redes sociales continúan tan activas como su música, de hecho, ya se prepara la producción de su biopic.
Otro ejemplo digno de citarse, Michael Jackson. Cuando murió, el tráfico en diversas páginas de internet con la noticia de su partida fue tal que las hizo colapsar, convirtiéndose inclusive en uno de los fenómenos mas importantes en la historia del internet, antes del despegue de las redes sociales. Días después de su fallecimiento, los éxitos del llamado Rey del Pop ocupaban los catálogos de los más vendidos. Como dato, Jackson encabeza la lista de Forbes de las celebridades muertas más lucrativas, ya que en 2018 generó 400 millones de dólares (el segundo es de Elvis Presley con 40 millones).
Es interesante discernir si se trata de un fenómeno de nostalgia o, simplemente, sumarse a una tendencia (subirse al tren del mame). En cualquier caso, lo cierto es que este negocio “luctuoso” beneficia a disqueras, promotoras, e incluso, a revendedores. En un mundo donde pareciera que todo es dinero y ganancia, la mejor polémica es la muerte. De ahí que se desprendan teorías de artistas que llegan a “fingirla”, como la de Elvis o Juan Gabriel.
Mención aparte merecen aquellos músicos que regresan de la muerte para dar una presentación, desde Tupac en Coachella hasta Michael Jackson en los Billboard Music Awards. Esto nos abre varios temas interesantes, por ejemplo, ¿es ético hacer esto? ¿Todo se basa en quién tiene los derechos de otra persona? ¿El show debe continuar a cualquier costo? ¿Qué pasará en el futuro cuando la tecnología siga avanzando?
El dilema gira en torno al respeto por el artista difunto. Es discutible si su figura y talento pertenecen a aquellos que lo lanzaron a la fama, los fans, o si es la familia quien debe hacerse responsable de las decisiones que se toman sobre su legado, o si debe ser la empresa que tenga los derechos de su imagen... en fin.
Cierto es que, aquello que nos han hecho sentir nuestros héroes, es sólo nuestro y mientras los recordemos, nunca se irán de nuestro lado.