Te has preguntado ¿por qué eres mujer? o ¿por qué eres hombre? ¿Qué es ser hombre, o qué es ser mujer? ¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? ¿Soy yo esa persona que me mira todos los días al espejo? Es más, ¡me miro al espejo y me veo a mi misma! Como diría Juan Gabriel; "pero qué necesidad para qué tanto problema, no hay como la libertad de hacer, estar, de ir, amar, de hacer, hablar, andar, así sin penas". Si no viviéramos en una sociedad machista y patriarcal...

Ante un mundo dicotómico, binario, sexista y misógino, no hay más que de dos sopas: o eres macho o eres hembra; eres hombre o eres mujer, eres azul o eres rosa. Macho-hombre-azul, dotado de majestuosidad y dotado de pene. Hembra-mujer-rosa, abastecida de una oculta y receptiva vulva. Domesticados ambos por usos y costumbres de acuerdo con las características biológicas asignadas por una visión basada en la fuerza bruta del cuerpo humano, donde las emociones y sentimientos son las debilidades de esa fortaleza.

Estereotipos y roles de género que hasta nuestros días nos etiquetan y marcan como diferencias esenciales de la “naturaleza humana”. Determinados por una “ley natural” que sanciona, margina, denigra y discrimina a aquellas personas disidentes que por su propia por capacidad de decisión, de elección y autodeterminación resuelven no pertenecer a ese orden binario por su diferencia sexual y de género.

El mes de junio se ha convertido, en las últimas décadas, como el mes de la diversidad sexual en nuestro país, aunque sus antecedentes datan desde 1969, después de una redada que se llevó a cabo en el bar Stonewall Inn, ubicado en el barrio de Greenwich Village, Nueva York. Un establecimiento clandestino, concurrido por lesbianas y homosexuales que se reunían para socializar y ligar, pues en aquellos tiempos, la homosexualidad era considerada una patología, una anormalidad propia de seres “amorales y perversos”.

"Sin duda, una lucha que continúa enfrentando enormes obstáculos desde tremendos y despiadados actos de discriminación hasta llegar a los crímenes de odio".

Isabel Barranco

En protesta, centenas de hombres y mujeres tomaron las calles de Nueva York, para luchar por sus derechos sexuales y con ello, abrir la puerta al naciente movimiento de liberación de las personas homosexuales, lesbianas, bisexuales para que más tarde, se sumaran otras identidades como las personas trans, es decir transexuales, travestis, transgénero e intersexuales.

Esta ola de reivindicación de derechos sexuales llegó a México dentro del contexto de otras luchas sociales de grupos organizados de estudiantes, feministas y de homosexuales y lesbianas en la década de los sesenta y la mitad de los setenta. “No hay libertad política, si no hay libertad sexual”, fue el lema del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FLH) de 1971. Una de las primeras agrupaciones mixtas conformada por homosexuales y lesbianas.

Para la socióloga y feminista Teresita de Barbieri (1937—2018), las demandas de lesbianas y homosexuales en México estuvieron influencidas por el pensamiento feminista particularmente por la igualdad frente a la ley. Otras demandas propias del FLH fueron contra la opresión y represión sexual, por el derecho a la preferencia sexual, por la necesidad de la igualdad de derechos y el reconocimiento de la situación legal de los homosexuales.

En una entrevista, Juan Jacobo Hernández, fundador del Frente, recuerda que los primeros grupos organizados de homosexuales masculinos y femeninos, partían del reconocimiento de un problema que hasta ese entonces la sociedad no había querido plantearse en voz alta: el derecho a la libre preferencia sexual.

Nuestras culturas modernas se fundan en la negación del libre uso del cuerpo y en la normativización de la sexualidad para reducirla a su carácter reproductivo. El trabajo de esas agrupaciones nos reveló en ese entonces, la enorme discriminación que existe contra los homosexuales y las lesbianas en todos los ámbitos de la sociedad; la escuela, el trabajo, las instituciones jurídicas y religiosas. El carácter homófobo del discurso dominante y mediático.

Se iniciaba pues en aquellos años, un proceso de lucha por cambiar la situación y por ganar espacios de respeto e igualdad, los derechos civiles de la pareja homosexual, el libre funcionamiento de centros de consumo y reunión, una educación sexual veraz e integral, etc. Una lucha que continúa hasta nuestros días y que a pesar de sus limitaciones ha conformado grandes territorios con una nueva visión de la sexualidad humana y que continúa enfrentando enormes obstáculos desde tremendos y despiadados actos de discriminación hasta llegar a los crímenes de odio.

El pasado mes de abril, en este mismo espacio, documenté que el informe de Asistencia Legal por los Derechos Humanos (ASLEGAL), de enero de 2014 a diciembre de 2016, menciona que aumentaron los crímenes de odio, ejecutados en contra de mujeres trans con 108 homicidios, 93 hacia hombres gays u homosexuales, y un homicidio en contra de una pareja de mujeres lesbianas, mismos crímenes que fueron denunciados y que no reflejan la realidad de asesinatos en contra de este sector de la población.

Crímenes que se traducen en números y no en pérdidas humanas. Homicidios que se dejan en el olvido de una memoria colectiva, de una sociedad con una doble moral,que considera que la población LGBTTTI+ es una minoría sin derechos o, peor aún, sin reconocimiento de que son parte de la especie humana.

¡Ignominia! Mientras la afición asistente al Mundial de Fútbol en Rusia gritaba en el estadio “¡ehhhh Puto¡”, delincuentes homofóbicos ejecutaron a tres activistas homosexuales en Taxco, Guerrero. Tres jóvenes Roberto Vega, Carlos Uriel y Rubén Estrada, quienes por más de diez años lucharon por los derechos de la diversidad sexual y de género, en una de las entidades de nuestro país más violentas y peligrosas, a más de ser dominadas y controladas por el crimen organizado.

Durante el tiempo en el que la fanaticada mexicana quemaba una bandera alemana y subía memes de un perro chihuahua “cogiéndose” a otro perro de raza pastor alemán, la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconoció que las personas transexuales y transgénero no son enfermas mentales, en pleno siglo XXI; en un planeta que se pronuncia por el reconocimiento y respeto de los derechos humanos de todas las personas humanas del mundo.

La víspera angustiosa, la posible confrontación entre grupos organizados de la población LGBTTTI+ contra los fanáticos pamboleros machistas, ante la posible victoria de la selección mexicana frente a Corea del Sur, durante la celebración de la marcha del orgullo gay, que cumple este 2018, 40 años de llevarse a cabo, en el Ángel de la Independencia, donde centenares de gays, bisexuales, personas trans, queer e intersexuales festejan con orgullo ser y estar felices con su identidad sexo-genérica.