Jinx de Crumb: psicodelia hipnotizante
¿Cómo evitar la descomposición? ¿Cómo evitar la ruptura de la cordura? Así nos da la bienvenida el álbum Jinx de Crumb.
Banda compuesta por Lila Ramani en la guitarra y las voces, Brian Aronow en los sintes, teclados y saxofón, Jesse Brotter a cargo del bajo y Jonathan Gilad en las percusiones. Volvamos al tiempo hace un par de años atrás cuando la agrupación sacó su primer sencillo “Locket”, su psicodelia hipnotizante mezclada con un video que te metía a un trip de ácido lisérgico fue suficiente para enganchar a una audiencia curiosa y sentada al borde de su silla, dispuesta a oír más sobre lo que tenían que decir estos cuatro chicos residentes de Brooklyn.
Entre la rutina y la cotidianidad, encuentran un escape a través de los amigos, de las drogas suaves y el alcohol. “Nina” es una canción un tanto lounge, donde la batería y la voz con eco son los principales protagonistas. Narra la historia de una chica en plena crisis existencial que encuentra la paz durmiendo y tomando alcohol. En el minuto 1:41 un solo de guitarra se roba el foco.
Este LP es lento y rápido a la vez, las voces y sonidos se agrandan y achican. Es más fuerte la calma que nos transmite Ramani en su voz que el aplastante existencialismo. Las voces etéreas y apaciguadas mezcladas con una batería y bajo jazzísticos, nos demuestran una aceptación profunda - y casi cínica- sobre la cotidianidad y la madurez joven de un grupo de chicos aprendiendo a vivir en Nueva York.
En “Ghostride”, el ritmo de la batería junto con la voz arman un sonido repetitivo (un poco lleno de modorra) pero funky y pegadizo, como si fuera una canción de campamento o de juegos de manos. Describe un día fatuo y sin sentido, pero que los chicos logran inyectar de ritmo para hacerlo un poco más interesante. Este track recuerda un poco a los vocales de Little Simz o The Internet, y quizás es su pieza más R&B del disco.
Unas canciones más adelante, nos sumergimos en una balada cuasi-romántica, se trata de “M.R” que nos hace sentir como si estuviéramos bajo la influencia de las drogas, bailando en un club con un desconocido que nos llamó la atención. Le decimos “por favor, toma mi mano hazme sentir menos solo, déjame ser la persona que más necesitas”. Quizás es una llamada de desesperación, esa ansiedad y soledad que había sido disfrazada por drogas o un cierto positivismo desaparece en esta pieza triste. ¿Será un grito de ayuda?
Jinx es fresco, es incluso groovy pero también nostálgico. Suena moderno pero a la vez análogo, como escuchar música de 2019 en una casetera un poco descompuesta. No es enérgico, pero tampoco cae en lo letárgico. Cuando nos acerca a ese borde entre la vigilia y la realidad, la batería y la voz aceleran el ritmo para no dejarnos deslizarnos hacia un sentimiento de “pálida” inminente.
Recuerda a imágenes neoyorquinas: mañanas de café, viajes en el metro, amaneceres entre el tráfico y el caos y todas las crudas y wake and bakes que implica estar en nuestros 20s en una ciudad tan grande y caótica que a veces nos engulle.
Entendemos que los chicos de Crumb viven una vida contemplativa y sin embargo no se dejan aplastar por la tristeza o estrés que conlleva aprender a ser un adulto. Ponte unos audífonos, viaja por paisajes urbanos y date un clavado hacia la visión que nos brindan estos jóvenes músicos.