FICM 2021: The Lost Daughter, una madre perdida
A veces las heridas trascienden las formas del tiempo y en su natural existencia, torturan de maneras secretas a quien las padece. Los mecanismos son diversos y quizá numerables, como si de un repertorio de máquinas de la inquisición se tratara.
El recuerdo, la imaginación, la vivencia o la confusión son quizá solo algunas de ellas, y no es que se trate de un castigo sino más bien una invitación a sanar aquello que nos persigue a manera de sombra y verdugo. Sin embargo, el ser humano goza de ser diverso y complejo. Hay humanos que tratan sus problemas y heridas, otros tantos que huyen de ellas y otros más que las tapan con misteriosos placebos que también gozan de diversas formas; valga decir que el tapón de la herida es según la forma de la misma.
Leda Caruso, encarnada en la virtuosa Olivia Colman, es una de esas últimas que ha decidido tapar en lugar de sanar. Unas vacaciones a una isla en medio del silencio y el mar le parecen la mejor de las opciones para salir de la monotonía de su trabajo como traductora y estudiosa de la literatura, sin saber que en ese pequeño lugar envuelto en el silencio duerme el monstruo de sus más lastimeros recuerdos.
El deseo y el abandono transmutados de imaginación a la memoria son el tren de pasiones y desenfrenos que Leda carga en el símbolo de la maternidad.
Siendo el reflejo de este tiempo ya pasado, una joven Dakota Johnson en el papel de Nina recuerda esos días en que estaba casada con el papel de ser madre, cuando se tambaleó con la visita de una mujer italiana que había abandonado a sus hijos. ¿Qué es ser madre? ¿Cómo se es madre? ¿Quién es madre? Son quizá algunas de las preguntas que Maggie Gyllenhaal se hizo antes de escribir este largometraje que aborda un camino sinuoso y oscuro a través de la maternidad, el recuerdo y la pasión.
The Lost Daughter, brillante y desgarradora ópera prima, se encuentra en la selección del Festival Internacional de Cine de Morelia y pronto estará en las pantallas más cercanas del hogar, lista para poner en jaque los retruécanos de las heridas emocionales más profundas, así como los recuerdos incómodos o tormentosos que a todos nos habitan de una u otra manera.
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