Esto no es una obra. Cuando las palabras se hacen imágenes
Fotos: Ximena Manjarrez.
Un constante debate que continuará por un largo tiempo en nuestra vida cotidiana, es aquel referente a si una obra es mejor como libro o como película, la eterna discusión bizantina. Y resulta muy trillada la respuesta que se da siempre a dicho cuestionamiento respecto a la supremacía de la literatura sobre el cine. Sin embargo, ¿qué supone esta jerarquización entre ambos tipos de arte?
Luego de la charla llamada Literatura y cine, cuando las palabras se hacen imágenes, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2018 entre Lídia Jorge, escritora portuguesa de obras emblemáticas como O dia dis prodígios, A última dona y Os memoráveis; y João Botelho –ilustre cineasta lusitano–, podemos llegar a una respuesta que remite sin duda a pensar en Los analfabetos del futuro de Walter Benjamin: Sufrimos de una incapacidad lectora, pero ya no sólo de la palabra escrita, sino de una enfocada al lenguaje de las imágenes. Y se puede añadir: a las imágenes en movimiento.
Y es que tal como mencionó Botelho: “El cine tiene un pecado original; es una ilusión técnica que uno como director impone al espectador. No creamos, mentimos a través de las imágenes”. Así que este analfabetismo de lo visual se ve ahora concentrado únicamente en aquellos aptos de leer palabras vueltas imágenes, aquellos inmersos en el estudio de la semiótica, la hermenéutica, la iconología y la iconografía, pues serán ellos y sólo ellos los verdaderamente capaces de advertir lo que Magritte anunciaba con La traición de las imágenes.
No obstante, Lídia añadió que “los libros y las películas no se oponen, se complementan. Es una misma historia, sólo que con otro tipo de codificación en el lenguaje”. Y es cierto, ambos artes requieren de un proceso sinérgico entre espectador y obra, pues como se concluyó en la mesa de diálogo: Lo únicamente importante y verdadero, es aquello relacionado con lo que el receptor siente respecto a lo que la obra emana –sea por medio del lenguaje literario o cinematográfico–, ya que a final de cuentas, el arte nos encuentra.