¿Cuánto es para siempre? El amor a través de Disney
Para varias generaciones, Disney ha sido un referente para construir una visión del mundo desde la infancia. Algunos crecimos con las mismas películas que nuestros padres y bajo la influencia de esa perspectiva sobre valores y sentimientos.
Tanto que seguramente has escuchado la expresión “¡Tiene Síndrome de Peter Pan!”, para describir a alguien que no se comporta conforme a su edad. O probablemente te ha llegado a la mente la siguiente frase, durante el duelo de una ruptura amorosa:
“¿Cuanto es para siempre?
A veces, sólo un segundo”
Alicia en el país de las maravillas, versión fílmica 1951
Hay cintas emblemáticas como La bella y la bestia, El libro de la selva o Aladdin. Las hay menos populares como Oliver y su pandilla o El caldero mágico, pero todas con la característica común: el amor es mucho más que una relación de pareja.
La perspectiva que nos muestra no siempre es la misma. Si pensamos en películas como Bambi, Dumbo o Nemo, nos encontramos con una representación del apoyo fraternal tras un suceso trágico, mientras que, por otra parte, en películas como Pinocho se resalta el amor parental y su característica principal: la incondicionalidad.
También se ha retratado el amor entre personas y animales en filmes como 101 Dálmatas o Bolt, incluso el cariño que puede existir entre los mismos animales —en ocasiones funcionan como metáforas de la relaciones entre individuos—, en películas como La dama y el vagabundo o Tierra de osos. A pesar de sus diferencias, en todas ellas este sentimiento se constituye como lo único que puede atravesar toda frontera.
Otro punto de vista podemos encontrarlo en películas como Toy Story, donde se nos muestra el cariño que existe entre los juguetes y su dueño Andy, el cómo un objeto inanimado puede cobrar vida a partir del valor que se le da y todas las historias que puede contener. A diferencia de Wall-E, donde surge el amor entre dos máquinas que, Wall-E, diseñado para comprimir deshechos y Eva, ideada para buscar vida en la tierra, comienzan a experimentar sentimientos por primera vez que les hacen comprender la riqueza de la humanidad.
Si miramos la representación de Disney, en el amor de pareja podemos encontrar un giro en la perspectiva, que corresponde a la transformación sociocultural a la que hemos llegado.
En las películas más conocidas, como por ejemplo: La Cenicienta, Blancanieves o La bella durmiente, estrenadas entre las décadas de los 40’s y 50’s, muestran al “amor verdadero” como la fuerza más poderosa, pero este sólo puede ser otorgado por un miembro de la realeza, un “príncipe azul” que con un beso en los labios romperá el hechizo y dará como fruto un matrimonio que traerá “felicidad eterna” a la vida de la mujer.
“Y vivieron felices por siempre…”.
Típico final de cuento de princesa.
Hace relativamente poco tiempo que Disney comenzó a transformar la imagen sobre el amor con tintes más realistas, pues en películas como la saga de Shrek se vuelve irrelevante romper el hechizo una vez que se encuentra el amor. Y este no necesariamente tiene que venir de un “príncipe azul”, sino que puede venir del lugar o personaje más inesperado, que en este caso es un ogro.
También podemos recurrir al caso de La princesa y el sapo, donde el argumento principal es que una mujer no necesita ser “una princesa” para encontrar el amor verdadero. Además de que deja de ser un condicionante para llegar un “felices por siempre”, pues el amor entre Tiana y Naveen no surge mágicamente después de un beso, si no que nace del entendimiento de las personalidades de ambos.
Entre otros ejemplos podemos encontrar el reciente remake de La bella durmiente, pues en la película de 1951 es el “príncipe azul” que rompe el hechizo con un beso de amor verdadero, sin embargo en la reedición de 2014 podemos ver a una Maléfica que endureció su corazón tras la traición de su amante como producto de la ambición, razón por la que decide vengarse hechizando a la princesa del reino e hija de su ex amante, Aurora.
Sin embargo, su corazón se ablandara por el cariño que siente hacia ella tras convertirse en su segunda madre y, tras cumplirse la profecía de su hechizo, no es un beso de un príncipe en los labios lo que la despierta, si no un beso de Maléfica en la frente.
Sin duda para Disney el amor juega un papel muy importante, pues este no se muestra sólo como un sentimiento, representa una fuerza universal, algo que todos sentimos, hemos sentido o sentiremos.
Es la motivación que nos mantiene en el aprendizaje permanente en relación con la diversidad que hay en el mundo.