Bowie y los años glam
Uno de los nombres más enigmáticos en la historia del rock es el de David Bowie. Mostró tantas caras, maquillajes y personajes, que era difícil adivinar quién era en realidad. Peor aún: a más de medio siglo de su debut como artista, su figura se encuentra cubierta por una neblina de misticismo que hace aún más difícil ver las cosas con claridad, e incluso, ya pocos pueden decir que vivieron el impacto que causó. La mayoría solo lo vemos a la distancia, leemos los testimonios de los cronistas de su era, miramos videos en la red y, por supuesto, escuchamos su música.
En los setenta, Bowie fue la cara principal del movimiento glam ―del que también formaron parte bandas como T. Rex, Roxy Music, Queen y The Sweet―, y su estilo, tanto musical como visual, fueron influencia directa para el punk que estaba por nacer, aunque se tratara de movimientos ideológicamente opuestos.
El glam adoptó una indumentaria excéntrica para escapar de la realidad; el punk usó su imagen para exaltar la sordidez de sus vidas. De este modo, mientras la situación social de Johnny Rotten o Dee Dee Ramone quedaba expuesta de un vistazo, pocos podrían encontrar en la persona de Bowie rastros de su infancia con carencias, hijo de un trabajador social y una mesera.
En este desvío de la atención hacia su verdadera persona, explotó la fascinación que producía en el público una imagen andrógina, manejó su sexualidad de manera ambigua, incluso inventó que era bisexual, al grado de que él mismo se lo creyó, en una de sus encarnaciones más convincentes, de entre los múltiples roles que asumiría. Aún en pleno siglo XXI, es divertido/deprimente ver cómo el público y la prensa realmente creen que la sexualidad de una figura pública es relevante para los demás.
Dentro de su desfile de personajes, el que mejor representa al movimiento glam es Ziggy Stardust ―con todos sus excesos y estereotipos―, un rocker que, de paso, también manifiesta los recurrentes intereses de Bowie como escritor sobre las temáticas del espacio exterior ("Space Oddity", "Life on Mars?", "Starman"). Don Ziggy apareció en cuatro álbumes: por supuesto, en su aclamado debut The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, además de Aladdin Sane, Pin Ups y Diamond Dogs. Ziggy registra la esencia del glam tan a propósito, que en realidad resulta una brillante sátira, del mismo modo que Don Quijote representaba a los héroes de caballería.
Los álbumes de Bowie subsecuentes perdieron la etiqueta de glam y exploraron terrenos más "soul", "art", "experimental" y… lo que sea que haya intentado hacer en los ochenta. En esta continua evolución, destaca sobre todos el noventero Outside, con su sonido industrial y sus visuales de cómic. Aunque, de regreso al tema del glam, puede decirse que su estética e ideología siempre acompañaron al británico, quien a pesar de brincar de un estilo a otro, continuó disfrazándose, creando personajes y adoptando un aire sofisticado.
Claro, "glam" es apócope de "glamour"; implica sensualidad, fascinación, maquillaje… cuasi sinónimos del nombre de Bowie, o cuando menos, más representativos que el "Jones", su apellido de pila. Si hiciéramos una lista de los rockeros que más tiempo pasaban contemplándose en un espejo, sin duda el nombre de Bowie la encabezaría. Su persona fue su propia inspiración, el motor de su enorme imaginación, el objeto de explotación de sus intereses artísticos. Pero detrás de este maquillaje superficial, había un artista inteligente, sensible, profundo y, por lo que dicen quienes lo conocieron, sencillo y cálido.
Finalmente, para aunar a su misticismo, se acaba de anunciar que pronto saldrá una recopilación de grabaciones inéditas de sus primeros años, titulada Spying Through a Keyhole. Con suerte, y con la bendición de Ziggy desde Marte, podemos esperar un producto bastante decente. La disquera Parlophone tiene la última palabra.
Nota: este producto está libre del molesto término "camaleónico".