Cuauhtémoc, “tlatoani” de Cuernavaca
Cuauhtémoc Blanco. Nombre de Tlatoani: “El águila que cae”. Sin embargo, "Temo" hizo todo lo contrario. Logró definir un nuevo americanismo, rompió con los cánones lógicos: la grandeza el ave, viene por los extranjeros. Los grandes fichajes, el poder de la telecracia. Salió de Tepito y luego de Coapa. Era inevitable que se convirtiera en el ícono, en el modelo a seguir: "el sueño mexicano”.
En la cancha, sólo agrandó la historia. Primero en América, luego en Necaxa y un destello en España. Sin embargo, como todos los héroes míticos, el balance tiene que existir y las sombras se presentaron tan intensas como la luz de su “cuauhteminha”: violento, poco deportivo, vulgar. Era parte del guión. La defensa inevitable de quien sólo era atacado por su magia.
El camino siguió para “Temo” y el título llegó tarde. En 2005, en América, con el Estadio Azteca de testigo, donde sólo se consagran los grandes. Sin embargo, fue ese destello. Uno y ya. El vaivén de su futuro: aunque tuvo alegrías en el Ascenso MX, nunca volvió a llamarse campeón definitivo de México.
Y entonces, un chispazo y desapareció de las canchas. El retiro. La frontera inevitable para los deportistas. El cuerpo, por más que se piense y se quiera, un día simplemente no da más. Los videos se quedaron como la forma de encontrarlo y nadie supo más hasta que de pronto: reflectores. Hay quien está destinado a la vida pública. Esta vez, con lo que parecía poco probable: Cuauhtémoc, “tlatoani” de Cuernavaca.
Pero se dio, y este 1 de julio, el ídolo americanista ganó por el Partido Social Demócrata, donde recibió siete millones de pesos sólo por poner su cara como candidato. La victoria no era necesaria. Un absurdo para quien justamente se consagró en una actividad donde ganar es un diferenciador para ser llamado ídolo o no.
Pero aún así, lo logró: Cuauhtémoc Blanco será el próximo presidente municipal de Cuernavaca. Por supuesto, la crítica de su gobierno cayó en lo cómico y en lo vergonzoso. Acá no había gambeta que lo hiciera escapar. Aunque edificó una rivalidad, su clásico: sus Chivas. Ahora, Graco Ramírez, con quién discutió por la incursión del Mando Único, aunque terminó firmando. Derrota, se le vea por donde se le vea.
Y luego siguieron las pifias. Graciosas, hay que reconocerlo. Pero no es lo mismo “mear como perrito” en la portería, que exhibirse ante la sociedad. Primero, agradeciendo a Benito Juárez la posibilidad de reunirse en una primaria con el nombre del Benemerito. Y por supuesto, la evocación de Homero Simpson cuando fue Comisionado de Limpia: “Me dejaron firmar cheques con un sello… ¡con un sello!”.
Y la lista sigue. El escándalo está en su ADN, pero como en el futbol, el resultado al final es lo que importa y en menos de un tercio de años de lo que duró su actividad futbolística, consiguió otro título, ahora de gobernador, hecho que le entrega el doble de puestos de servicio público que campeonatos como futbolista. Lo interesante es poner en la balanza su capacidad en cada una.
Algo no checa, pero igual, Cuauhtémoc ganó por goliza.