Adiós al escritor que sabía hablar con el silencio: muere Amos Oz, víctima de cáncer

Adiós al escritor que sabía hablar con el silencio: muere Amos Oz, víctima de cáncer

El prolífico autor también fue uno de los fundadores del movimiento pacifista israelí Paz Ahora o Shalom Ajshav. Imagen vía laverdadnoticias.com

El prolífico autor también fue uno de los fundadores del movimiento pacifista israelí Paz Ahora o Shalom Ajshav. Imagen vía laverdadnoticias.com

Eterno candidato al Premio Nobel de Literatura y Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2007, adiscto a las noticias pero enemigo de Twitter y los libros electrónicos, el escritor y periodista israelí Amos Oz falleció a los 79 años de edad en Tel Aviv, víctima de cáncer. Su hija, Fania Oz Salzberger, ha confirmó el fallecimiento a través de Twitter:

Mi amado padre ha muerto por cáncer, tras un rápido deterioro mientras dormía en calma y rodeado por sus más queridos”.

Fania Oz Salzberger, hija de Amos Oz

Los medios en el mundo dan a conocer la noticia —entre ellos el ABC Cultura de España—, destacando que el narrador no sólo era un referente en el mundo de las letras, con una extensa obra traducida a decenas de idiomas y premiada en muchos países. “También era el máximo referente de la izquierda israelí. El intelectual era uno de los mayores detractores de la política de asentamientos de Israel en territorio palestino y denunciaba públicamente el estancamiento del proceso de paz”.

Publicaba con asidua periodicidad artículos de opinión en las principales cabeceras europeas y estadounidenses, en los que trataba la salida del largo conflicto árabe-israelí que, según él, debía ser pactada. Además, fue uno de los fundadores del movimiento pacifista israelí Paz Ahora o Shalom Ajshav.

De la paz perfecta a un cuento de amor y oscuridad

Entre sus obras destacan títulos como Una paz perfecta, El mismo amorOtro lugar Un cuento de amor y oscuridad, este último, fue llevado a la pantalla grande por la actriz y directora Natalie Portman en 2016. Judas, fue su última novela, aunque ni siquiera con ella logró hacerse con el Premio Nobel, del que siempre fue candidato.

El escritor más universal de Israel falleció tranquilamente mientras dormía, de acuerdo como lo dio a conocer su hija Fania, rodeado de sus seres queridos”. Comenzó el duelo por un autor tan reconocido fuera del Estado judío como censurado por sus paisanos debido a sus planteamientos políticos críticos con la ocupación y favorables a la solución de los dos Estados, uno para los israelíes y otro para los palestinos.

Fania empleó Twitter para dar la noticia y aseguro que desde lo lejos su padre habrá “refunfuñado” porque no era nada amigo de las redes sociales, ni siquiera de los libros electrónicos.

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“Soy lector de papel y no creo que el mundo se pueda explicar en 140 caracteres”, declaró a ABC Cultura, a lo largo de una entrevista concedida hace nueve meses, cuando se publicó la edición en español de su ensayo Queridos fanáticos (Siruela).

Nacido en Tel Aviv en 1939 como Amos Klausner, nueve años antes del establecimiento de Israel, comenzó su carrera literaria con apenas 22 años y sus novelas y ensayos son la crónica del nacimiento y desarrollo de este país. Sus años de vida en la ciudad santa y en un kibutz son el material esencial de una obra cumbre como Una historia de amor y oscuridad, publicado en hebreo en 2002, ganador del Premio Goethe tres años más tarde.

De Jerusalén a Tel Aviv

“Nací en Jerusalén y pasé allí el tiempo suficiente. Ahora necesito verla desde la distancia. Es una ciudad que atrae a fanáticos cristianos, musulmanes, judíos… Haciendo un símil cinematográfico, Tel Aviv es una película de Fellini y Jerusalén de Bergman”, confesaba el autor en octubre de 2015, cuando salió a la luz Judas (Siruela), su última novela. Esta relación de amor y odio con la ciudad santa era extensible a la que sentía por sus propios vecinos en un país en el que le tachaban de “traidor” por oponerse a la “ocupación”.

Sobre no recibir el Nobel de Literatura, Amos Oz llegó a expresar:

“Yo ya tengo suficientes premios para el resto de mi vida, si nunca recibo el Premio Nobel seguiré siendo un hombre satisfecho”.

De acuerdo con testomionio periodístico de ABC Cultura, compartir un rato con Oz suponía tener acceso directo a la historia viva de Israel, al pasado y al presente de un país ”que ahora mismo no me gusta nada”, lamentaba el novelista, que debido a sus opiniones críticas con los sectores más conservadores recibía “amenazas de muerte e insultos”. Abierto defensor de la solución de los dos estados, Oz censuraba en todos los foros a los que acudía y en cada entrevista la construcción de asentamientos en Cisjordania y alertaba del riesgo de la llegada al poder de los fundamentalistas de cualquier religión, incluida la judía. Literatura y política se mezclaban en cada minuto de la conversación en el duodécimo piso del apartamento en el que residía en Tel Aviv, un pequeño templo de la literatura con las paredes forradas de libros.

Benjamin Netanyahu, eje de las políticas que tanto censuraba Oz y objeto de muchas de sus críticas, lamentó la pérdida de «una figura muy importante para la lengua y literatura hebrea», aunque admitió «la diferencia de opiniones». La actual ministra de Cultura, Miri Regev, aseguró que «su trabajo y lo que ha dejado en nuestros corazones, resonará en todo el mundo».

El tono de voz de Oz era siempre reposado y sabía hablar con sus silencios. Bebía a sorbos café expreso con leche fría, servido en una pequeña taza de cerámica, y al repasar su vida recordaba una y otra vez que era un ciudadano israelí de más de 70 años, «que equivale a vivir 200 o 300 en otros países como Estados Unidos, por ejemplo». Pese a las amenazas recibidas y al auge de los sectores más fanáticos era un amante de un país que «por un lado me fascina y por otro me enfada, pero nunca podría dejarlo». Sólo el cáncer le ha podido separar de Israel.

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