TCF: 'La última vida de Simón', un thriller fantástico
En inglés hay una palabra muy adecuada para describir situaciones incómodas: cringe. Buscar una traducción al español en internet arroja los siguientes resultados: encogerse, sumirse, vergüenza y decenas de palabras que si bien pueden ser correctas, ninguna realmente captura su significado tan claro en la otra lengua, que se refiere a una incómoda e indescriptible pena ajena, algo así como sentir enchinarse la piel de la nuca y espalda. Esta no es necesariamente una sensación negativa, hay humor muy efectivo que radica casi completamente de esta sensación (The Office es un claro ejemplo), así como otras películas de este tono como Thunder Road o The Forest of the Trees. La Última Vida de Simón, depende del cringe no en su aspecto cómico, sino en su más incómoda forma de seriedad, el resultado puede estar lleno de angustia y una urgente necesidad de saber qué sigue.
Es complicado hablar de La Última Vida de Simón sin entrar en terrenos del spoiler. Principalmente porque en este caso, las revelaciones lentas y los cambios de tono son cruciales para una visita satisfactoria, y vale la pena —si acaso— conocer una premisa apenas menor a lo que la mayoría de los sitios publican: La Última Vida de Simón es la historia de un niño huérfano que puede convertirse —físicamente— en cualquier persona que alguna vez haya tocado. Simón, el chico en cuestión, eventualmente genera una profunda cercanía con una familia, donde su poder jugará un rol elemental en esta nueva relación. No más.
La Última Vida de Simón es, antes que nada, una película muy entretenida de ver. Con al menos uno o dos cambios radicales de tono, lo que en un inicio parece una infantil —y ligeramente trillada o aburrida— historia de fantasía y superpoderes, lentamente y con muchísimo aplomo añade capas de oscuridad, que le agregan una complejidad inusitada a un largometraje sobre el crecimiento de unos niños. Y decir que las cosas se ponen oscuras en realidad es decir que se ponen muy oscuras, entre situaciones de tensión asfixiante, algo de violencia y una sensación completamente incómoda, el director y debutante Léo Karmann dirigió una audaz cinta que se resiste a la fácil clasificación y a la reacción inmediata.
Sin embargo, con todo y ese valor, La Última Vida de Simón también es una película con un guión lleno de decisiones cada vez más increíbles, hasta que pueden ser irrisoriamente absurdas. Karmann es muy talentoso para combinar estilos y estirar la liga y definición de los géneros cinematográficos. No obstante, eventualmente esta liga se tensa demasiado y llega a romperse, por lo que algunos eventos están despojados de contundencia emocional, lo cual era claramente su intención. Esto es algo desafortunado, porque La Última Vida de Simón está llena de sorpresas, de momentos agudamente tensos y una serie de sorpresas que se van ganando a pulso al espectador.
Lo definitivamente cierto es que La Última Vida de Simón, no es cualquier cosa. Es raro ver una película tan aguerrida a cambiar su estilo en cuestión de 30 minutos, y hacer la transición estilística de Amblin ochentero a thriller enfermizo y luego a una película de persecución no es algo observado diariamente. Gracias a esto, la película constantemente es novedosa, y genera una voraz curiosidad en el espectador, quien todo el tiempo se pregunta qué sucederá después, cómo se puede solucionar un problema en determinada escena. A pesar de sus defectos, La Última Vida de Simón es indudablemente una película que invita a emocionarse en nombre de los sentimientos pero también del gusto por la tensión.