Con la visión de concientizar a la población mundial y encontrar una armonía con el planeta que nos da vida y sustento, se conmemora anualmente el 22 de abril el Día de la Tierra. Uno de los pilares primordiales es la responsabilidad colectiva que se debe adoptar con nuestro mundo para lograr un equilibrio de las necesidades sociales, económicas y ambientales de los que hoy lo habitamos y también para las futuras generaciones.

El principal promotor de este movimiento fue el activista y político estadounidense Gaylord Anton Nelson (4 de junio de 1916 – 3 de junio de 2005), que organizó el 22 de abril de 1970 un llamado que convocó a diferentes universidades y a 20 millones de personas que protestaron en su país. Como resultado, el gobierno creó la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), con la misión de proteger la salud humana y el medio ambiente.

En la actualidad, el deterioro del planeta se ha convertido en un riesgo no sólo para el ser humano -principal causante de este peligro- , sino para la flora y fauna en los diferentes ecosistemas que hay. Es importante recalcar que el respeto a la madre Tierra se debe mantener todos los días, tanto en los gobiernos regentes a través de políticas que apoyen su conservación y con el respaldo de la sociedad. Esta fecha es un momento para reflexionar.

Narcotráfico, el otro enemigo de la Tierra

La sobrepoblación y la contaminación son parte de los diversos factores que afectan al medio ambiente, pero existen otros que también lo destruyen de manera silenciosa. A parte de ser un problema que atenta contra la salud y bienestar social, el narcotráfico se ha instaurado como una actividad que amenaza los ecosistemas a través del cultivo desmedido de plantas que se utilizan para mantener este negocio. Las tierras de América Central y del Sur son las más afectadas, donde se incluye México.

Campo de amapola — Plantíos de amapola

En lo que va del 2018, el Ejército Mexicano destruyó cerca de 100 hectáreas de esta planta en la región mixe de Oaxaca.

Es incalculable el impacto nocivo que ha generado la siembra ilegal de marihuana, amapola y coca, debido a la deforestación y el derrame de químicos para la producción de estas plantas; sin olvidar que los narcotraficantes también invierten en ganado que invade tierras no aptas para esta actividad, además de pistas de aterrizaje. Según la investigadora de política de drogas y conservación, Kendra McSweeney, profesora de geografía de la Universidad Estatal de Ohio, la tierra utilizada para el cultivo de drogas es mínima, pero su prohibición obliga a mover las plantaciones a entornos que son vulnerables: “Para sacar provecho de su inversión en un centro de tránsito dado acaparan tierras en medio de una reserva de la biosfera”. A esto se le agrega los recursos económicos y de armamento de los cárteles para coaccionar a las comunidades y obtener sus tierras.

De acuerdo con el informe Coca: Deforestación, contaminación y pobreza, presentado en Colombia en el 2015, el cultivo de esta droga aceleró la transformación de bosques en pastizales y rastrojos, además de su desertización, que es el proceso erosivo que convierte a las tierras fértiles y habitables en desiertos. También se menciona que durante los 15 años anteriores se afectaron más de 608.000 hectáreas de selva en Colombia como consecuencia de la siembra de coca.

Otro dato importante es el de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD), estima que por cada hectárea cultivada se produce lo suficiente para obtener cerca de cuatro kilogramos de clorhidrato de cocaína; lo que significa que por cada gramo de esta sustancia se destruye aproximadamente un área forestal de 4 metros cuadrados. Además, los químicos utilizados para su producción afectan a la flora y fauna nativas, arroyos y ríos cercanos.

Por otra parte, la erradicación del narcotráfico en México no es alentadora, donde la mitigación de los sembradíos se reduce a la quema y corte de las plantas. No existe un plan que ayude a restaurar las zonas afectadas. Las medidas que se tomen para remediar un problema no serán exitosas si se descuidan todos los puntos afectados.

En definitiva, la sociedad global debe tomar acciones para evitar el deterioro del planeta, cada quien desde su trinchera y en sinergia con las diferentes autoridades. En México por ejemplo, no se ha llevado una verdadera estrategia para mejorar las condiciones del territorio en temas ambientales, donde los diputados no van más allá del cuestionamiento del uso de popotes.

Encuentra a Eduardo Cruz en Twitter como @Lalo_Croix.