Nerio Barberis: el estandarte del sonido
Es un momento ajetreado. Se puede ver en los rostros de los presentes pero —más importante aún— se puede escuchar en el contoneo de voces y el claqueteo de vidrios. A lo largo de la jornada estarán llegando todos los nominados a los premios Ariel, con el fin de tomarse fotos entre sus colegas, realizar declaraciones a la prensa, y en general pasar una buena tarde.
A pesar del inicio muy reservado, poco a poco lo que prima es el bullicio. Las voces que eventualmente llegan a una estruendosa cacofoía, donde pasan de ser sonidos vocales a puro alboroto. A pesar de esta limitante, hay una conversación destacada, entre un grupo de locutores entusiastas y un especialista en sonido, ruidos y cómo hacer eso armonioso para el cine. Se trata de Nerio Barberis, consagrado sonidista que —en sus palabras— pasó de ser argentino a ser argemex, para terminar apelándose como “mexitino”.
Usualmente nos enfocamos tanto en lo que se ve de una película que no prestamos atención a lo que se escucha. El cine es un arte audiovisual, donde el inicio de este término suele pasar a un desafortunado segundo plano. Nerio Barberis, con más de cinco décadas de carrera en el plano auditivo lo sabe muy bien. “El sonido es el hijo castigado”, agrega con una sonrisa optimista en la cara.
El panorama usualmente poco alentador para esta profesión no lo desanima. En 2019, Nerio recibió el Ariel de Oro por su trayectoria cinematográfica, activa desde 1968 en Argentina, y mudada para los años 70 a territorio nacional mexicano.
“Creo que al reconocerse el sonido con un Ariel de Oro se hace un homenaje hacia esta profesión, la cual debe ser no homenajeada sino respetada en este campo, porque tiene que ver con la calidad del cine que hacemos y su repercusión nacional e internacional”
Hay una máxima del cine estudiantil: “Lo que se ve mal puede esconderse en cierta medida si se escucha bien”. Un sonido impecable hace una diferencia abismal para la recepción del producto. Barberis sabe que el desarrollo de estas habilidades es medular para una industria que aspira a hacer buen cine. Si México en 2018 tuvo un año increíble para sus películas es, en parte, por la calidad de sus elementos formales. Entre ellos, el sonido.
Y no hay mejor forma de continuar este legado que a través de una educación de calidad. Barberis no sólo se ha desempeñado como un excelente sonidista con más de 50 productos cinematográficos en su haber, tanto aquí en México como Argentina, sino que también es un apasionado maestro y docente, obsesionado con transmitir sus conocimientos a otras generaciones.
“Es responsabilidad de los cineastas, pero en general es responsabilidad de todo el mundo transmitir lo que sabe”.
Nerio Barberis recuerda con un dejo de tristeza en la voz cómo él tuvo que aprender: robando. El conocimiento es de las posesiones más celadas para alguien soberbio, y el ámbito cinematográfico comete ese pecado con frecuencia. Esa falta de posibilidades de aprender, no obstante, se opone directamente a su modo de enseñar:
“Apenas llegué a México fui al CUEC y luego al CCC y me enamoré de enseñar, de esa relación. La posibilidad de transmitir es única, es comunicar lo que uno sabe y también recibir retroalimentación”. Enseñar también es aprender, y Nerio parece estar muy consciente de este vínculo: “Yo he aprendido brutalmente gracias a la enseñanza [...] Esta cosa dialéctica entre maestro-alumno y alumno-maestro nos fortalece”.
Nerio ha trabajado con las personas que solía llamar sus alumnos y ahora son consagrados cineastas, así como directores que él admiraba pero ahora son sus colegas. Desde Paul Leduc hasta Bertha Navarro, Barberis ha estado imbuido en el cine mexicano y el estatus que hoy tiene a nivel mundial, su papel como sonidista y como profesor le dan una conexión clave: trabajar en el cine y también trabajar con futuros cineastas.
Comenzando con una trayectoria documental, Barberis hoy divide su tiempo entre dar clases y hacer películas. Su enfoque, no obstante, se mantiene en el área auditiva y su importancia. Al preguntarle nuevamente sobre su Ariel de Oro, Barberis responde: “Estoy orgulloso e levantar el estandarte”.
A pesar de que el sonido no se ve, Barberis es de esas figuras que logra hacer visible esta área fundamental.