La democracia como ideal social y político se ha ido deteriorando hasta llegar a la crisis de representatividad que hoy México padece. Sería injusto y falso atribuir este deterioro únicamente al gobierno en sus distintos niveles.
La democracia, como forma de representación política no se limita al ejercicio del gobierno, sino también a las prácticas sociales que nos construyen como comunidad. Una de esas prácticas es la comunicación, aquella que ejercen los medios.
En teoría, uno de los principios básicos de las democracias liberales es la libertad de expresión y el acceso a la información. Por ejemplo, para que pueda haber una elección popular libre e informada es necesario que haya diversidad de información sobre los temas públicos ¿Pero qué ocurre cuando quien observa, redacta, investiga, presenta y financia a la información y su mediatización no representa a la diversidad de personas que hay en un país?
La democratización de los medios es un proyecto social que busca la auténtica representación de diversos actores en ellos. Lucía Lagunes Huerta, Directora General de Comunicación e Información de la mujer A.C. (CIMAC) ha impulsado durante su carrera este proceso con perspectiva de género. Para ella, “democratizar los medios de comunicación implica que las mujeres estén representadas no sólo como fuentes de información sino también como productoras, conductoras, reporteras y dueñas de los medios de comunicación”.
Los medios informativos en México distan mucho de ser democráticos. Si en un breve ejercicio pensamos en quienes conducen los noticieros de televisión abierta en horas de alto rating, obtendremos como respuesta que la mayoría son hombres. Lo mismo ocurrirá si reflexionamos sobre el número de hombres y mujeres que publican su opinión en los periódicos más importantes del país. Esta falta representación se ve reflejada en el trato hacia las mujeres periodistas y el ejercicio de violencia hacia ellas.
Sobre esta situación, Lucía Lagunes comenta que “la violencia de género, como el acoso sexual, la difamación, el chantaje, la violencia psicológica y física están siendo utilizadas para intimidar y atentar contra la libertad de expresión.”
Además de los riesgos que corren las profesionales del periodismo por el sólo hecho de ser mujer, la directora de CIMAC agrega que hay otra forma de violencia estructural que existe en los medios de comunicación: “la condición de vulnerabilidad laboral que enfrentan las mujeres periodistas. Son las que tienen menor salario y menor fortaleza interna dentro de los medios de comunicación. Es mucho más fácil, por ejemplo, que un compañero reportero pueda llegar a decirle a su jefe que está siendo amenazado y poder contar con la cobertura del medio y de sus colegas que una mujer periodista que se atreve a denunciar. Difícilmente, ella tendrá el mismo apoyo de sus colegas porque hay una tela de juicio de que a lo mejor ella hizo algo para generar esta violencia.”
Esta tela de juicio de la que nos habla Lucía, encarna la misma forma de pensar de quienes responsabilizan a las mujeres de haber sido violadas y buscan presentar a las mujeres como provocadoras de los crímenes que se atentan contra ellas de manera que el acceso a la justicia se vuelve improbable y difícil.
Si esta es la forma de actuar y pensar de los medios de comunicación, que son quienes construyen a través del lenguaje la realidad social del país, es difícil imaginar un México justo y democrático. Ante este panorama, es urgente, como lectores y consumidores de medios de comunicación, exigir información con perspectiva de género pues ésta no implica la feminización de las noticias sino la democratización de ellas y en este amplio sentido, democracia significa también seguridad y justicia para todos y todas.
¿Qué podemos hacer? ¿Qué herramientas prácticas hay? En primer lugar, y como ha venido sugiriendo Lucía Lagunes desde hace años, se encuentra el uso de manuales de estilo y de códigos de ética con perspectiva de género.
Es urgente exigir a nuestros medios que los usen para informarnos y para su cultura organizacional.
Asumir responsabilidad como radioescucha, televidente, lector de periódicos y portales web, es ejercer una ciudadanía más completa, es construir una democracia real desde la vida práctica. Pensar y comunicar con género, es pensar y comunicar democráticamente.