Alain Pérez Quinteto: Herencia de la vieja Cuba en el Cervantino
En perspectiva, la evolución de la música que parte del barrio, el canto bruto suscitado de esquina a esquina, donde no hay realidades rebuscadas, sino estilos de vida más asfálticos y donde subsiste un sentimiento que permanece en espera de manifestarse en el momento que el alma lo determine, conlleva un poder genuino. Así lo dio a entender Alain Pérez y su quinteto dentro de su presentación en el Festival Internacional Cervantino.
El canto en Cuba, se manifiesta como semillero y esta herencia se trasladó a la noche del viernes, dentro de la ExHacienda San Gabriel, en lo que se conoce como escenario “Trasnoche”. Así se dio cuenta de la nutrida genealogía de la música cubana, que trastoca desde la raíz hasta llegar al trabajo de este quinteto, una agrupación que persiste en conservar, en distintos niveles, a Cuba a nivel sonoro.
No es nada nuevo decir que esta isla, se ha propuesto como proveedor de estilos en la voz y el canto, así como en baile. Desde ese punto, este quinteto reinventa parte de ello al plantear cánones de experimentación (fincada en la tradición del free jazz), pero que conserven el saleroso sonido cubano.
Compuestos por un teclado, trompeta, bajo y dos percusiones (timbales y batería) estas conforman las herramientas del recital El Viaje, un programa sonoro lleno de crestas y valles, desenvuelto entre el complejo parangón del llamado Latin Jazz. En él se retoman los patrones del son y guaguancó cubano, pero también letras, por ejemplo “El Yerberito Moderno”, donde inevitablemente la significación remite a Celia Cruz, aunque la resignificación recae en la caliente actuación de este quinteto.
Las dos percusiones dictaminan el alma de su propuesta y, en consecuencia, del recital de aquella noche. Dentro de éste se otorgó un elemento que conectó con la raíz de un sentimiento genuino por la música. En ese sentido el “Trasnoche”, fungió como escenario para la elaboración de un auténtico landscape; por un lado, la experiencia caliente de conectar con el sonido del guaguanco y salsa cubana, por el otro el valor de la improvisación.
Si bien Alain Pérez arrastra por defecto el aural de nombres como Chucho Valdez, la misma Celia Cruz, o Paco de Lucia (con quien comparte escenarios y grabaciones como bajista), en este proyecto logra amalgamar dos vertientes a través de un estilo propio, pero como lo dio a entender la noche del viernes, comprometido consigo mismo con su rol de artista, al servicio de la historia popular de un pueblo sometido, pero que responde con una de las disciplinas que mejor ejecutan; la música.
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